Ponen en práctica los conocimientos del huerto y adquieren destrezas empresariales

por Perla Sofía Curbelo Santiago

¡Se vendieron todas las lechugas!

La presentación de estas lechugas le abre el apetito a cualquiera. Foto: Perla Sofía Curbelo Santiago

Durante la tarde de hoy, mis estudiantes de agricultura, en la Academia Sally Olsen en Guaynabo, lavaban y empacaban ramos de lechuga romana para vender en nuestro primer mercado escolar del semestre.

Como sabíamos que hoy venderíamos la cosecha, dividimos el trabajo entre los grados de kinder a sexto. Con los más pequeños regamos en horas de la mañana todas las hortalizas de hoja y nos aseguramos que estaban en las condiciones adecuadas para la venta, la cual se venía anunciando desde hace par de semanas a toda la comunidad escolar. Con los estudiantes más grandes, y ya en horas de la tarde, cosechamos y lavamos para eliminar el residuo de tierra para entonces empacar y presentar el producto para quien quisiese comprar.

Una estudiante limpia las lechugas para quitar exceso de tierra y cualquier insecto que se haya colado durante la cosecha. Foto: Perla Sofía Curbelo Santiago

Una estudiante voluntaria se hizo cargo de la venta en mesa, mientras esta servidora la apoyaba entregando la mercancía a los padres y estudiantes que se acercaban, con dinero en mano, para llevarse a casa hortalizas frescas, cultivadas por los mismos estudiantes de la escuela. Y claro, aprovechamos de una vez cada transacción para repasar matemáticas sin calculadora.

¡Todo un éxito de venta! Cuando se involucra a toda la comunidad escolar el potencial del proyecto crece. Foto: Perla Sofía Curbelo Santiago

Las caras de sorpresa y entusiasmo fueron el mejor ánimo para duplicar nuestro inventario para el próximo semestre escolar. El dinero recolectado se reinvertirá en el huerto para comprar más sustrato, más plántulas y semillas, entre otros esenciales, pues la meta es hacer de éste un proyecto autosustentable. ¡Y empezamos muy bien!

Si bien el huerto escolar es el espacio donde los estudiantes aprenden conocimientos teóricos y técnicos sobre agricultura para luego compartirlos en su hogar y comunidad, el mercado escolar es una oportunidad estupenda para adquirir conocimientos empresariales básicos desde muy temprana edad, y de una vez poner en práctica todo lo aprendido en clase.

¡La primera clienta! La experiencia de venta le ofrece al estudiante la oportunidad de interactuar con otros adultos, más allá de familiares y maestros. Foto: Perla Sofía Curbelo Santiago

Estudiantes muestran el inventario de lechuga romana para la venta. Foto: Perla Sofía Curbelo Santiago

Conceptos de planificación, estrategia de precio, promoción, conocimiento básico del producto en cuestión, inventario, distribución y delegación de tareas, como también destrezas de comunicación oral, son sólo algunos de los temas que los estudiantes pueden comenzar a familiarizarse.

¡Por fin, a probar la lechuga que tanto cuidé! Los estudiantes aprenden a valorar y a consumir los cultivos que se producen más cerca de ellos. Foto: Perla Sofía Curbelo Santiago

El mercado escolar es sólo un ejemplo de cómo la agricultura puede aportar e impactar positivamente la vida de estudiantes y sus familias como también comenzar a hacer la diferencia desde muy temprano para el desarrollo económico de nuestro país.

Me imagino que la lechuga romana cosechada hoy fue parte importante de la conversación en varias mesas familiares.

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