Por Rosangely Gómez Estrada                     

¿Qué pasa por tu mente cuando te digo que tenemos dos corazones? Sí, dos. Uno interno que palpita todos los días y permite que disfrutemos las cosas bellas que nos ofrece la vida. Otro externo, que es corazón tuyo, mío y de todos incluyendo nuestro Planeta; la Naturaleza. La realidad es que sin uno u el otro no podemos existir. Por tal razón ambos se entrelazan y se nutren al máximo de tal conexión.

Comencemos por el corazón humano. Es uno de los órganos vitales en el cuerpo, pero a través de los años va cambiando y se debilita. Por alguna razón, en sinnúmero de películas presentan a mujeres mayores aficionadas con la jardinería.

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Siempre está el personaje de la madre, la abuela, la vecina o la tía que mantiene un hermoso jardín en su hogar. Esto no es al azar. La realidad es que trabajar en la tierra beneficia nuestra salud física y mental, en especial nuestro corazón.

Un estudio publicado por el British Journal of Sports Medicine (2013) confirma que la jardinería es un ejercicio perfecto para la salud cardiovascular, aun cuando no es de alto impacto.  

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Nuestra piel y el cabello envejecen, y nuestras arterias no se quedan atrás.  Con el pasar de los años las arterias pasan a tener menos flexibilidad y los depósitos grasos, mejor conocidos como placas, se adhieren a ellas complicando el flujo de sangre.

Además, es muy probable que el corazón se vaya agrandando. ¡Es imposible que no lo haga con todo el amor que acumulamos durante los años! Aún cuando éste crece, el flujo de sangre se mantiene igual y en ocasiones no es suficiente para llenar el corazón, provocando que se debilite y hasta palpite más lento.

A causa de las modificaciones que hace nuestro cuerpo es inevitable que de un estilo de vida activo pasemos a uno sedentario.

Sin embargo, no hay que esperar por tales cambios para tomar acción y cuidar de nuestro corazón. Trabajar en la tierra y con plantas reduce el riesgo de problemas cardiovasculares, como sufrir ataques al corazón a cualquier edad.

Además, mientras cuidamos de nuestro corazón sumergiéndonos en la jardinería, también nutrimos el corazón externo de nuestro Planeta.

Cuando sembramos una planta, ya sea una flor, una habichuela, tomates o sábila, ésta requiere de nuestro cuidado, dedicación y tiempo.

En el proceso, activamos nuestro cuerpo, mente y espíritu para cuidar de nuestro jardín teniendo en mente siempre lo que le hace falta para que crezca de manera saludable.

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Si velamos por nuestras cosechas, también debemos velar por nuestra salud, y qué mejor manera de hacerlo sabiendo que cuando trabajamos en nuestro jardín al mismo tiempo cultivamos nuestra salud cardiovascular.

Presta atención a tu cuerpo que seguramente cuando te pones la ropa para ir al patio tu corazón da un brinco de felicidad.

Conoce más sobre la importancia de la salud cardiovascular a través de este enlace: https://www.heart.org/en/affiliates/puerto-rico/puerto-rico