Preservar alimentos para después
Bread & butter pickles: dulzones y adictivos
Por Laura Rentas-Giusti
Juraba que conservar pepinillos (pickles) era una tarea difícil y trabajosa que consumía un montón de tiempo. Es más, estaba resignada a comer pepinillos envasados en fábricas lejanas para siempre, hasta que un día mi vecino Charles me convenció de lo contrario.
A Charles le encanta hablarme de sus recetas y a mí me maravilla la pasión con la que habla de sus menesteres en la cocina, probablemente porque no la comparto. Pero el día que Charles me describió sus famosos bread & butter pickles la curiosidad fue tanta que me lancé a intentar prepararlos.
Estudié varias recetas en Internet hasta que di con una que parecía estar al alcance de mis limitadas destrezas culinarias. Compré todos los ingredientes, comenzando con los pepinillos, que se dan en abundancia localmente y casi siempre se consiguen frescos en el supermercado. Charles me dice (y yo he confirmado) que es mejor usar pepinillos que estén completamente verdes. Los pepinillos con manchas amarillas están pasa’os y resultarán en un producto menos crujiente. El resto de los ingredientes es bien fácil de conseguir, con excepción de la semilla de mostaza, por la cual tuve que dar varias vueltas. Todas valieron la pena, pues le imparte un sabor increíble a estos pickles medio dulzones y súper adictivos.
Una vez envasados (en mason jars o cualquier envase de cristal con tapa de rosca) se guardan en la nevera para disfrutar solitos, como aderezo para hot dogs o hamburguesas, como ingredientes en una ensalada verde, o picaditos y mezclados con un poco de mayonesa para mojar pescado frito. Esas son solo algunas sugerencias, pues según mi marido estos pickles son como el arroz blanco, pegan con todo.
Esta es la receta que uso, eliminando los celery seeds. ¡Ojalá te gusten!