5 consejos que cambiarán tu relación, y para bien

Por Dania Rivera Ocasio

Cuando la ves por primera vez abres aún más tus ojos, te emocionas y corres para tenerla cerca o entre tus manos; quieres llevártela a tu casa. Esta vez sabes que será una relación seria y duradera. Estás convencida que en esta ocasión serás la mejor amante para tus plantas.

Aquí comparto las claves para formar y fortalecer esa relación:

                                                                         La apariencia y salud de tus plantas dice mucho de tus atenciones. Foto: Unsplash

 

Conócela

                     Cuando conoces el nombre científico de tus plantas podrás obtener información específica sobre 
                                       cuidados, mantenimiento y técnicas de propagación.
Foto: Unsplash

Antes de llevarla a tu casa aprende su nombre. Los nombres de las plantas nos ayudan a conocerlas mejor. No solo aprende su apodo (o nombre común), busca también su nombre de familia (nombre científico en latín).

Con el nombre oficial podrás buscar todo sobre ella en Internet y libros de referencia. Los nombres se componen de dos partes: el nombre del género y nombre de la especie. También busca si tiene un nombre de variedad, por si quieres comenzar una colección de plantas del mismo género.

Averigua de dónde viene

                                                             Observa con detenimiento las hojas y el sustrato de tus plantas. Foto: Unsplash

Ese look que te atrajo tiene unas características significativas. Saber de dónde se origina tu planta es importante para entender los cuidados que necesita. Como regla general, plantas de hojas grandes son de lugares tropicales, entre los bosques, por lo que les gusta el sol filtrado y la humedad alta.

Por otro lado, las plantas con hojas finas usualmente son de lugares secos o de mucho sol por lo que pueden estar expuestas al sol directo y toleran menos riego. Conoce su origen y las características de ese lugar para saber en qué lugar de tu patio o tu casa es el más apropiado para ella.

 

¿En qué lugar te enamoraste de ella?

                                        Fíjate en qué área del vivero estaban tus plantas. Trata de replicar las mismas             
                                condiciones en tu hogar. Foto: Unsplash

Cuando la viste por primera vez, ¿te fíjaste en qué lugar estaba? Si estaba en un jardín centro bajo la tela negra (sarán), que le provee sombra, ya sabes que no la debes poner directamente al sol porque se le quemarán las hojas y tendrá mucho estrés.

Si estaba a pleno sol, entonces colócala en tu patio en un lugar similar. Si la colocas en el interior, que sea en un lugar con mucha luz brillante. Un lugar oscuro va a causarle estrés y verás como el follaje crece diferente, alargado y hasta amarillento.

 

Sé detallista

Trasplanta a tiestos más grandes cuando ya las raíces de tus plantas no quepan en el recipiente actual.
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Ya que conoces su nombre y su origen, busca información de las enfermedades y plagas que usualmente le afectan y sus requerimientos de agua.

Echarle el agua adecuada es lo más importante. Riega tu planta con agua abundante hasta que el exceso salga por los orificios del fondo del tiesto. Vuelve a regar cuando el suelo comience a secarse o cuando veas que las hojas te lo indican.

Fíjate cómo cambia su vigor cuando le falta agua y sé atenta a regarla con la frecuencia que necesita. Cámbiala a un tiesto más grande cuando ya sus raíces no quepan en el tiesto actual. Observa esas manchas y marcas en las hojas. Elimina las hojas que parecen enfermas.

Utiliza herramientas afiladas y límpialas con alcohol para desinfectarlas y así evitar que se enfermen otras hojas o plantas. Si ves un insecto que crees que se está alimentando de tu planta, sácalo. Puedes limpiar las hojas con un paño húmedo para eliminar insectos pequeños que estén pegados a la planta.

 

Dale cariño (desde poda hasta abono)

Una estrategia para reducir el estrés es apartar varios minutos del día para cuidar de tus plantas, hablarles y observar su crecimiento. Foto: Unsplash

Según pase el tiempo, dale cariño eliminando las hojas enfermas, marchitas o secas. Aplícales un abono balanceado (ej. 20-20-20) cada 15 días. Añade tierra nueva si la que tiene se ha descompuesto y mantenla en un tiesto con suficiente tierra para su crecimiento.

Háblale y acaríciala que tanto tú como ella lo disfrutarán.  

La autora es doctora en horticultura. Trabaja con el Servicio de Extensión Agrícola de Puerto Rico.