Las plantas y nuestro bienestar

Por Perla Sofía Curbelo Santiago

Mezclar tierra con las manos, cavar un hoyo y hasta desyerbar son actividades necesarias para la creación y el mantenimiento de un jardín. Asimismo, podrían formar parte de tus estrategias para ayudarte a manejar el estrés.

Persona tocando plantas
Seleccionar plantas que estimulen intencionalmente nuestros sentidos es parte del proceso de terapia hortícola. Foto: Agrochic

La presión en el trabajo, una crisis familiar o económica son motivos suficientes para alterar nuestro estado de ánimo, productividad y causar preocupación constante que eventualmente podría terminar afectando nuestra salud física.

Para lograr cambios que beneficien nuestra salud, es necesario identificar el problema y establecer metas y objetivos encaminados a una solución. Dependiendo de la severidad de la situación, es de vital importancia contar con una variedad de recursos que contribuyan en este proceso.

En qué consiste la terapia hortícola

Precisamente, uno de estos recursos es la terapia hortícola. Según lo define el programa de terapia hortícola del Chicago Botanic Garden, la terapia hortícola es la dirección profesional en el uso de plantas, jardines y experiencias relacionadas con la naturaleza para alcanzar resultados medibles de salud física y mental en el individuo

Personas tocando plantas
Un programa de terapia hortícola toma en consideración las capacidades de la población a la que servirá, proveyendo una experiencia positiva e inclusiva. Foto: Agrochic

La modalidad de “recetar” tiempo en la naturaleza se practica desde la antigüedad. Los médicos egipcios le proponían a los faraones caminatas contemplativas en los jardines reales para manejar sus cambios de temperamento. Desde entonces la terapia hortícola se ha practicado bajo una variedad de nombres como por ejemplo jardinería social.

Camino entre plantas
Caminar en un parque provee beneficios físicos al individuo. Entre ellos, contribuye a reducir la tensión muscular. Foto: Agrochic

En la década de los años 40 y 50, la terapia hortícola alcanzó un estatus formal en los Estados Unidos como una alternativa accesible para tratar a los soldados que regresaban de la guerra con lesiones físicas y emocionales.

Hoy día, alrededor de seis universidades en los Estados Unidos ofrecen grados de bachillerato, grados asociados y maestría en Terapia Hortícola. Mientras que otras organizaciones privadas se asocian con instituciones académicas para ofrecer certificaciones profesionales.

Trabajar en el patio o en un huerto comunitario, podría servirnos como herramientas para manejar el estrés y de paso recargar nuestras energías.

Huerto comunitario
Un huerto en el hogar o en la comunidad tiene beneficios físicos: mejora la nutrición y promueve el ejercicio moderado. Foto: Agrochic

Estudios científicos han confirmado que los seres humanos preferimos escenas de la naturaleza o con vegetación sobre escenarios urbanos con poca o ninguna exposición a plantas. Estos escenarios donde la naturaleza está presente nos ayudan a recuperarnos mucho más rápido del estrés.

Para reducir el estrés no es necesario irnos muy lejos. Preparar un huerto en nuestro hogar o tomar una clase sobre cómo hacer terrarios podría ser suficiente  para contribuir en el proceso de “restauración” de nuestro estado emocional.

Concientes o no, la exposición a elementos naturales tiene un impacto positivo en nuestra salud. A nivel físico, contribuye a reducir la presión de la sangre y la tensión muscular; y a nivel sicológico ha demostrado que juega un rol significativo en nuestros niveles de satisfacción.

Persona trabajando con plantas
Estas camas de siembra elevadas en diferentes niveles permite que una persona sentada o en sillón de ruedas pueda acceder a los cultivos. en Foto: Agrochic

La mayoría de los seres humanos tenemos una inclinación innata hacia la naturaleza (biofilia) así que la terapia hortícola resulta en una modalidad “familiar” y no intrusiva.

Cabe destacar que un terapista hortícola puede practicar en variedad de escenarios: desde hospitales, instituciones vocacionales, centros recreativos y residenciales, jardines botánicos, escuelas, cárceles y empresas privadas.

Plantas en variedad de colores
Foto: Agrochic

 

La profesión de terapia hortícola

Un profesional registrado y/o certificado en Terapia Hortícola está capacitado para:

  1. Explicar la base de la evidencia y los beneficios únicos de la terapia hortícola.
  2. Integrar la horticultura terapéutica en talleres presenciales de jardinería.
  3. Colaborar con profesionales de la salud en el diseño y facilitación de actividades de terapia hortícola para individuos y grupos.
  4. Planificar programas para cumplir con las metas y emparejar las habilidades e intereses de cada participante
  5. Seleccionar plantas que apoyen los objetivos y actividades del programa y sus espacios.
  6. Diseñar (o aconsejar cómo diseñar) espacios terapéuticos en interiores y exteriores que aborden el diseño universal, la seguridad y el mantenimiento, la programación de soporte y que satisfagan las necesidades de las instalaciones.
  7. Desarrollar y ajustar métodos para evaluar la efectividad de las actividades, programas y espacios de terapia hortícola.
  8. Comprender los mecanismos de financiamiento y cómo asegurar los recursos financieros para los programas en entornos de lucro y no lucrativos.
Perla Sofía Curbelo
Participando de sesión en el Chicago Botanic Garden

La autora es terapista hortícola certificada por el Chicago Botanic Garden y Oakton Community College.

Fuentes consultadas:

https://www.ahta.org/horticultural-therapy

 

Simson, S., & Straus, M. C. (1998). Horticulture as therapy: Principles and practice. Boca Raton, FL: CRC Press.

Saiers, J. (2019). Horticultural therapy grounded in wellness models: Theory and practice. The Profession and Practice of Horticultural Therapy (pp. 251–268). Boca Raton, FL: CRC Press.