El impacto económico y social
por Ianice Viel Santiago
Especial para Agrochic

Una de las pioneras en ‘sembrar’ un huerto urbano fue la ex primera dama de los Estados Unidos, Eleanor Roosevelt. Ella se preocupó por el bienestar y desarrollo económico de su país, como consecuencia de ello preparó un huerto casero o “Victory Garden”, en Casa Blanca para el 1943. Su iniciativa ayudó a que millones de personas se motivaran a cultivar huertos caseros durante la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos. Más de 60 años después, otra primera dama que se unió al legado de un huerto presidencial en Casa Blanca fue Michelle Obama. Estas ‘agrochics’, entendieron la importancia y el beneficio de cosechar alimentos.

En el 2005, la Organización para la Agricultura y Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), reportó que los huertos urbanos suministran comida para cerca de 700 millones de residentes en todo el mundo. La mujer ha sido un elemento importante para la proliferación de los huertos en las ciudades. Por esta razón, se creó una división especial para nosotras, llamada Servicio a la Mujer en Desarrollo (SDWW, por sus siglas en inglés). Esta división se enfoca en implementar un plan de acción para que las mujeres desarrollen la agricultura en sus comunidades ya que nosotras somos quienes mayormente escogemos qué alimentos consideramos provechosos para nuestro hogar.

Un huerto casero es un bien que todas debemos de adquirir. Estos representan una vía de contacto con la naturaleza. Además, aporta beneficios educacionales, sociales, ambientales, terapéuticos, económicos y a la salud. Para su creación y desarrollo no es necesario tener grandes extensiones de terreno; sino que podemos utilizar las azoteas de los edificios o los balcones y terrazas de nuestras propias casas. Por lo tanto, el tener un huerto casero está al alcance de todas.

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